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No se trata de liberar la verdad de todo sistema de poder-esto sería una quimera, ya que la verdad es ella misma poder- sino de separar el poder de la verdad de las formas hegemónicas (sociales, económicas, culturales) en el interior de las cuales funciona por el momento.

Michel Foucault

Por Adán Chávez

 

Verdad y ciberespacio

A nivel mundial, el valor ético de “la verdad” ha funcionado por muchos años al periodismo impreso para argumentar a favor del espacio social que se le ha otorgado y que hace posible su existencia: ser el informador de las noticias que se generan en el entorno (próximo y lejano) y, otrora, el cuarto poder. Sin embargo, la importancia que tuvo este medio de comunicación ha ido mermando con la aparición de otros medios de comunicación, como el cine, la radio y la televisión, pero sobretodo en los últimos veinte años por la aparición de la Internet, el caso de México no es la excepción.

El estar informado “verazmente” implica básicamente para el lector llevar acabo una valoración de la noticia dándola por cierta. El consumo de noticias en el ciberespacio, junto con el cambio de sensibilización del consumidor de notas ante el uso de las ‘nuevas tecnologías’, han hecho que el concepto de “verdad” se metamorfosee y traslade los argumentos que la sostenían a un lugar diferente al que la hacía posible antes de la llegada de la digitalización al mundo.

La mayor parte de los principales periódicos que se publican en la Ciudad de México cuentan ya con un lugar en la Internet y se resisten a la desaparición de la forma tradicional que los materializa ante su posible público: el papel. El espacio virtual es uno de los factores que juega un papel preponderante en esta competencia por el(la) lector(a), que ayuda a la construcción de la “verdad” digitalizada, compartida y comentada. ¿De qué elementos se conforma el concepto de verdad en la prensa y de cuáles otros en el ciberespacio?, ¿la diferencia entre unos y otros contribuyen a la desaparición de los soportes físicos –el papel? ¿están desapareciendo los periódicos en México?.

Trailer de la película El reportaje (1953), de Emilio Fernández

 

Periodismo y ética

La historia de la ética en el periodismo es muy reciente si tomamos en cuenta que los antecedentes de los periódicos se remontan un siglo después del nacimiento de la imprenta de Gutenberg, al siglo XV.

Por otra parte, de acuerdo con Rivadeneira (1991):

El nacimiento de la Zeitungswissenschaft (periodismo) en el recinto universitario de Leipzig marca la culminación de un proceso gestado durante los últimos decenios del siglo XIX y el primero del XX. Por vez primera –fruto del talento visionario de Bücher y colaboradores- se planifico una disciplina científica basada en el material disperso sobre el periodismo, tanto en lo concerniente a laética, estética, sociología y economía de esta naciente materia universitaria.

Durante el siglo XX muchos países han generado su propios códigos de ética buscando establecer ciertos principios ontológicos del quehacer periodístico. Actualmente en México, de los más de tres mil medios de comunicación que existen sólo 30 cuentan con códigos de ética periodística, afirmaba en el 2009 Omar Raúl Martínez.

Según Barroso Asenjo (2011) en su propuesta para un código de ética periodística en España:

1. La primera obligación de todo periodista es el servicio a la verdad, de la forma mas objetiva, precisa y exacta posible en virtud del derecho natural que el público en general tiene a conocer la verdad.

Si bien Barroso Asenjo parece ser bien intencionado en el primero de los mandamientos para los redactores de información, aún desde la Universidad Complutense de Madrid, parece ingenuo al apelar no ya a la verosimilitud que propone en su Manual de Periodismo Carlos Marín (2004):

 En el periodismo, la verdad es la que puede comprobarse, la que se puede documentar, con la sola pretensión de que sea verdad periodística; ésta es más verosímil que cierta: el periodista transmite, informa, analiza hechos verdaderos en lo inmediato, pero no necesariamente ciertos.

 

… sino un mito, que casi da al término “verdad” un carácter religioso en periodismo y en la sociedad. Por lo que se mantiene una sustantivación a priori cuando en realidad el uso que se le da en la prensa es como adjetivo calificativo: “x información es verdadera”, con una connotación no sólo positiva sino que lleva a rastras su contraparte: la palabra mentira y la negatividad que la conlleva.

Al respecto el filósofo francés Michel Foucault (1992: 198) nos dice

La verdad es de este mundo; está producida aquí gracias a múltiples imposiciones. Tiene aquí efectos reglamentados de poder. Cada sociedad tiene su régimen de verdad, su “política general de la verdad”: es decir, los tipos de discurso que ella acoge y hace funcionar como verdaderos; los mecanismos y las instancias que permiten distinguir los enunciados verdaderos o falsos, la manera de sancionar unos y otros; las técnicas y los procedimientos que son valorizados para la obtención de la verdad; el estatuto de aquellos encargados de decir qué es lo que funciona como verdadero.

Tratar, por tanto, de apelar a una “verdad” alcanzable por parte del periodista será únicamente posible si cumple en su discurso noticioso con determinados mecanismos sociales que son los que legitiman o descalifican las enunciaciones, no dependiendo tanto de algún código de ética sino del marco contextual que lo rodea. Más adelante Foucault (Ibíd.: 199) continúa:

Por “verdad”, entender un conjunto de procedimientos reglamentados por la producción, la ley, la repartición, la puesta en circulación, y el funcionamiento de los enunciados.

La verdad está ligada circularmente a los sistemas de poder que la producen y la mantienen, y a los defectos de poder que induce y que la acompañan. “Régimen” de la verdad.

En la medida en que se profesionalizaron las carreras de periodismo y medios de comunicación en la institución universitaria el siglo pasado, se fueron perfeccionando las técnicas para la construcción de un discurso que, entre otras cosas, fuera “verdadero” y que cumpliera con los requisitos para aproximar a l@s lector@s a la sensación de sentirse verazmente informados. De hecho la creación de la fórmula de preguntas básicas, (atribuida a Melvine Stone de Associated Press) ¿qué?, ¿quién?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde? y ¿por qué? (Rivadeneira, 1991), forma parte de esto. Además, en la producción de un diario intervienen todo tipo de intereses, desde comerciales, pasando por los sindicales y por supuesto los políticos, los cuales influyen en la construcción de la noticia y de la generación de “lo verdadero”.

Trailer de Todos los hombres del presidente (1976), de Alan J. Pakula

 

A inicios de los años 70 en México, Granados Chapa (1981) señalaba en Excelsior

Lo primero que se ha de reconocer, a cerca de nuestra prensa, es que más que presiones estatales inmediatas, concretas, impide el ejercicio de la expresión libre una autocensura que casi nunca es legítima (pues la hay que tenga este carácter, cuando se finca en la prudencia y en la responsabilidad).

La razón de que esto ocurra así, es que la mayor parte de las empresas periodísticas de México son, antes que nada, negocios destinados a obtener ganancias o poder político, en vez de instituciones dedicadas a servir a la comunidad.

Y aunque el México del nuevo siglo dista mucho de aquellos años en que la relación de los periódicos y el gobierno donde iban agarrados de la mano, con contadas excepciones, la generación del discurso/verdad de la prensa sigue dependiendo de superestructuras que conforman la sociedad, llámense empresarios, iglesias, asociaciones civiles, partidos políticos, sindicatos, medios de comunicación, organismos internacionales, etc.

 

Lector, tecnología y verdad

Cada vez que se habla del número de lectores en México en las campañas prolectura, gubernamentales o de la iniciativa privada, se hace énfasis en el bajo índice de lectores de libros que hay, en los 2.8 libros per cápita que se leen al año (de acuerdo con la OCDE y la Unesco), el bajo número de bibliotecas públicas (una por cada 15 mil habitantes), en el lugar 107 de 108 que nuestro país tiene en las estadísticas de países con bajos índices de lectura (Sheridan, 2007), además de la vergüenza que las clases medias/altas “cultivadas” sienten al desgarrarse las vestiduras porque el grueso de la población no comparte su pasión por la lectura de libros. Leemos muy poco, independientemente de considerar que debemos que generar inercias para mejorar esta situación, creo que este es un factor que ha estado presente en la historia de nuestro país y que incidirá en la posible desaparición del periódico impreso. En los años 80 Manuel Buendía revelaba

a) Comparativamente a su población y a su desarrollo en otros órdenes, México tiene un bajo índice de compradores y lectores de periódicos. (No importa aquí analizar las causas; es simplemente un hecho incontrovertible. Las estadísticas internacionales pueden verse en la UNESCO)

b) Los principales periódicos existentes -con varios lustros de vida- han hecho tipos especiales de lectores y, lo que es mejor para tales publicaciones, cada una tiene un núcleo de fieles, que difícilmente se arriesgarán a dejar su periódico para irse con otro.

A casi 30 años de haberse publicado por primera vez, las palabras de quien fuera autor de la columna Red Privada (independientemente de la aparición de la Internet y los cambios que se generaron en el consumo de información), están vigentes. La lectura de cualquier tipo de texto impreso, sea periódico o libro, no es una actividad cotidiana en la mayoría de los habitantes de México. ¿Quiénes son los que consumen noticias en la red?, ¿cómo lo hacen?, ¿qué tanto se lee en estos espacios virtuales?, ¿qué edades tienen? ¿de qué manera se han modificado los consumos?

Es claro que hacen falta investigaciones serias que ayuden a dar respuesta a esas preguntas, pero sin pensarlo mucho sí podemos afirmar una diferencia elemental es el asunto táctil relacionado con el cuerpo. No es lo mismo la manipulación del objeto periódico por parte del sujeto (el tener que desplazarnos hasta el puesto más cercano para adquirirlo, la posición física que se adquiere al leerlo, incluso para guardarlo y los posibles dobleces que conlleva) que el acceso a la pantalla de la computadora, teclado, mouse y el ciberespacio desde el entorno de privado del hogar a la hora que se disponga, a las noticias y la cantidad de sitios que se quiera. Ahí ya hay un cambio en los comportamientos. No fue casual que la Unión Europea encargara a Pierre-Levy en 1997 el informe que ahora conocemos con el título de “Cibercultura”, que es una reflexión sobre el significado de los cambios que las tecnologías digitales y la world wide web estaba trayendo en las personas de esa zona del mundo, las modificaciones de conductas fue uno de los resultados.

Avance de la serie House of cards, primera temporada

producida por David Fincher

 

Las formas que han adoptado las empresas editoras de periódicos al tratar de no rezagarse ante los cambios tecnológicos de la época, han implicado la apertura de sitios en Internet, el servicio de descarga del diario en versiones digitales para dispositivos móviles, la generación de una hemeroteca digital; y en sus páginas web la presentación de noticias actualizadas a lo largo del día, la posibilidad de buscar una interacción con el usuario, que no sólo lee sino que también tiene la oportunidad de hacer comentarios sobre casi todos las noticias y artículos que se publican, y de compartirlas en las redes sociales; la convergencia de otros medios como el video y el audio generadas por el mismo periódico o por otro sitio.

Todos estos elementos infieren en la construcción del nuevo discurso, las mismas instituciones generadoras de información (gobiernos, empresas, iglesias, ong’s, partidos políticos) de todo el mundo, se han acoplado a los cambios tecnológicos y contribuyen desde sus trincheras virtuales a la construcción del imaginario donde la verdad se ha metamorfoseado, ha sido renovada desde los mismos lugares que otras épocas, pero tiene un nuevo miembro en “la mesa de redacción” que la genera: el usuario.

Trailer de la película El periódico (1994), de Ron Howard

 

Las nuevas formas han generado conceptos como el de “cultura participativa” en donde el usuario tiene un lugar central, Jenkins nos dice

El término “cultura participativa” contrasta con nociones más antiguas del espectador mediático pasivo. Más que hablar de productores y consumidores mediáticos como si desempeñasen roles separados, podríamos verlos hoy como participantes que interaccionan conforme a un nuevo conjunto de reglas que ninguno de nosotros comprende del todo. No todos los participantes son creados iguales. Las corporaciones, e incluso los individuos dentro de los corporativos, ejercen todavía un poder superior al de cualquier consumidor individual o incluso al del conjunto de consumidores. Y unos consumidores poseen mayores capacidades que otros para participar en esta cultura emergente.

Independientemente del grado de influencia que el usuario tiene en las páginas informativas, antes no contaba con nada, hoy -mucho o poco- su voz se hace escuchar.

 

Conclusiones

Los consumos de información noticiosa han cambiado sustancialmente con la llegada de las tecnologías digitales. La desaparición del periódico impreso vive sus últimos años ante la aparición de consumidores de noticias más participativos, que han encontrado en las formas que en el ciberespacio se proponen, una forma de contribuir en la construcción del discurso.

La verdad que se enuncia en los códigos de ética periodística no es más que una etiqueta que: a) busca seducir a los lectores, convencerlos de la fidelidad de la información, b) a los reporteros, periodistas y demás personal que labora en los periódicos, de que trabajan teniendo como tótem una verdad que es única, y c) contribuye al imaginario social y al sistema de creencias de cada lugar en que se invoca.

La prensa impresa en nuestro país padece de los mismos vicios y enfermedades que el resto del mundo, la reciente globalización ha acelerado los tiempos y le ha aproximado tecnologías de primer mundo que ayudan al traslado de información a las plataformas digitales. La verdad también se reconfigura en el medio periodístico nacional e intenta colocar en su avatar del ciberespacio todas su capacidades y fuerzas discursivas, pero también ha adquirido nuevas y ventajosas características que la hacen más atractiva y fuerte. El periódico terminará su ciclo en los años que vienen, indudablemente se resistirá a dar su último suspiro, luchará por sobrevivir al lado de quienes viven de esa industria editorial (informadores, distribuidores y vendedores) pero terminará por ceder al cambio. Lo analógico entregará las últimas llaves de la casa al espacio virtual.

Trailer de la película Ciudadano Kane (1941), de Orson Welles

 

Referencias

– Barroso, Porfirio. “Códigos de deontología periodística: análisis comparativo”, Universitas, Revista de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador, 141-176, julio-diciembre 2011, No. 15, 36 páginas.

– Buendía, Manuel. Ejercicio periodístico. Fundación Manuel Buendía, México, 1996.

– Foucault, Michel. Microfísica del poder. Las ediciones de La Piqueta, Madrid, 1992.

– Granados Chapa, Miguel. Excelsior y otros temas de comunicación. El Caballito, México, 1980.

– Jenkins, Henry, Convergence Culture. La cultura de la convergencia de los medios de comunicación, (Barcelona), Paidós, 2008.

– Lévy, Pierre. Cibercultura. La cultura de la sociedad digital. Anthropos-Universidad Autónoma Metropolitana, México, 2007.

– Marín, Carlos. Manual del periodismo. Grijalbo, México, 2004.

– Rivadeneira Prada, Raúl, Periodismo. La teoría general de los sistemas y la ciencia de la comunicación, México, Trillas, (1977) 1991.

 

INTERNET

http://www.periodistasenlinea.org/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=12768&mode=thread&order=0&thold=0, con fecha 4 de junio de 2009, consultada el 30 de marzo de 2014.

http://www.letraslibres.com/revista/columnas/la-lectura-en-mexico1, abril de 2007, consultada el 30 de marzo de 2014.